domingo, 31 de mayo de 2015

UN UNIVERSO QUE ES PARCIALMENTE VISIBLE Y PARCIALMENTE INVISIBLE

UN UNIVERSO QUE ES PARCIALMENTE VISIBLE Y PARCIALMENTE INVISIBLE
Por: Maurice Nicoll

Lo que no alcanzamos a captar en nuestro entendimiento es que la presión de la vida exterior no disminuye en virtud de los nuevos descubrimientos.

Únicamente complica nuestras vidas más y más.

No sólo vivimos de pan, sino del Verbo.

Lo que necesitamos no es únicamente nuevos hechos y mayores comodidades, sino ideas y estímulos de los nuevos significados.

El hom­bre es su comprensión, es aquello que comprende; el hombre no es la posesión que tiene de los hechos ni el cúmulo de invenciones y de comodidades.

Únicamente a través de su propia comprensión, de una comprensión que haya obtenido mediante su propio y duro esfuerzo, podrá sobrellevar la presión de las cosas externas.

Sin embargo, es evi­dente que nada puede detener el impulso general de los acontecimientos actuales.

En la civilización occidental no hay ninguna fuerza discernible que sea lo suficientemente poderosa para sobreponerse a este im­pulso, y el mundo moderno tiene aún que aprender a entender que el punto de vista del naturalismo es a la larga, el peor enemigo del hom­bre.

Parece suficientemente lógico subrayar tan sólo el tercer término, el visible y tangible.

Pero el hombre es algo más que una máquina lógica.

Nadie puede entenderse a si mismo ni comprender a los demás únicamente por medio del ejercicio de la lógica.

En verdad poco es lo que podemos comprender por medio de la lógica.

Pero la tiranía de esta facultad (la lógica), puede convertirse en algo tan poderoso y grande que puede llegar a destruir mucho de lo emocional e instintivo en el hom­bre.

Contrastando con el naturalismo, existe el antiguo punto de vista que sitúa al hombre en un universo creado, en un universo que es parcialmente visible y parcialmente invisible, que por una parte está en el tiempo y, por otra, fuera del tiempo.

Tal cual lo vemos, el universo es sólo un aspecto de la realidad total.

Como criatura de los sentidos, el hombre únicamente sabe de apariencias y estudia apariencias.

El uni­verso no es tan sólo una experiencia sensorial, sino que es también una experiencia interna.

O sea que así como hay una verdad externa, también la hay interna.

El universo es tanto visible como invisible.

En el aspecto visible —el tercer término— se encuentra el mundo de los hechos.

En el invisible —el primer término— se encuentra el mundo de la idea.

El hombre se encuentra entre los aspectos visible e invisible del universo; está relacionado con uno por medio de los sentidos, y con el otro por medio de su naturaleza interior.

Al llegar a cierto punto, el as­pecto externo y visible del universo queda abandonado, por asi decirlo, y pasa a la experiencia interior del hombre.

Dicho de otro modo, el hombre es una cierta relación o cierta proporción entre lo visible y lo invisible.

Debido a esto es que el sentido externo de la vida no le basta y las mejoras externas para su existencia jamás le dejarán satisfecho.

El hombre tiene necesidades internas.

La vida emocional del hombre no se satisface mediante las cosas externas.

Su organización no puede explicarse únicamente en términos de adaptación a la vida externa.

El hombre necesita ideas que le den algún significado a su existencia.

En el hombre hay ALGO que pue­de crecer y desarrollarse, hay un estado por venir de si mismo, y esto no se encuentra en ningún 'mañana', sino que está por encima de él.

Existe cierto conocimiento que lo puede cambiar, un conocimiento de una realidad muy distinta a aquel que únicamente trata de los hechos relativos al mundo fenomenal, un conocimiento que cambia su actitud y su comprensión, que puede obrar sobre él internamente y producir una armonía entre los elementos discordantes de su naturaleza.

En muchas de las filosofías antiguas se dice que esta es la principal tarea del hombre, su verdadera tarea.

Por medio del conocimiento in­terior es que el hombre encuentra la verdadera solución a todas sus di­ficultades.

Es preciso entender que la dirección de este crecimiento no es hacia fuera, hacia los negocios, la ciencia o la actividad externa, sino hacia dentro, en la dirección del conocimiento de si mismo; y es a través de esto que se produce un cambio en el ser consciente.

En tanto el hombre esté vuelto tan sólo hacia fuera, en tanto sus creencias lo vuel­quen hacia los sentidos como único criterio de lo 'real', en tanto crea tan sólo en apariencias, no podrá cambiar en si mismo.

No podrá crecer en su sentido interno.

A través del punto de vista naturalista, se priva a si mismo de todas las posibilidades de un cambio interior.

Tiene que relacionarse con el 'mundo de la idea' antes de po­der comenzar a crecer.

Tiene que poder sentir que en el universo hay algo más que lo que es aparente a los sentidos.

Tiene que sentir que hay otros significados posibles, otras interpretaciones, pues únicamente de esta manera podrá su mente 'abrirse'.

Tiene que haberle llegado el sentimiento y la sensación de que hay algo más.

Tiene que haberse preguntado '¿qué soy?', y qué puede significar la vida y qué sentido tiene su propia existencia.

Tiene que haberse producido cierta clase de interrogantes en su alma.

¿El significado de la existencia es algo más de lo que aparenta ser?

¿Vivo en medio de algo más grande que lo que re­velan mis sentidos?

¿Son todos mis problemas únicamente externos?

¿Es el conocimiento del mundo exterior el único conocimiento posible?

Maurice Nicoll


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