EL SENTIMIENTO
DE ETERNIDAD
Por: Maurice
Nicoll
En el
comentario anterior se dijo que el sentimiento de eternidad entra en el
recuerdo de si pero no en la observación de si.
Nos observamos a
nosotros mismos en el tiempo que pasa.
Observamos a la
personalidad que se ha formado en el tiempo que pasa mediante la acción de la
vida.
Observamos los
diferentes "yoes" que aparecieron en diferentes períodos del tiempo,
principalmente a causa a la imitación.
La esencia no
pertenece al tiempo transitorio.
No es una cosa
temporal.
Al recordarse a
si mismo no se recuerda la personalidad sino algo que es anterior a ella y que
está en la dirección de la esencia y solo se puede alcanzar por medio de ella.
Para recordarse
a si mismo en la personalidad habría que fortalecerla —es decir "esto es
yo" en lugar de "esto no es yo"—.
Si se dice
"yo" a la cosa equivocada se acrecienta su poder sobre uno mismo.
Entonces no
puede separarse uno de ella.
La vida hace
que nos identifiquemos con la personalidad.
Naturalmente,
hace que nos identifiquemos con lo que ha creado ella misma en nosotros.
El trabajo se
propone que dejemos de identificarnos con lo que la vida ha creado en nosotros
y con lo que ahora nos está haciendo.
Recordarse a si
mismo, invocar el más puro, más sutil sentimiento de "yo" en conexión
con algún aspecto prominente de la personalidad equivaldría a identificarse aun
más con lo que la vida ha formado en torno de la esencia.
Equivaldría a
quitar la pintura con pintura.
El más puro,
más sutil, más luminoso y total sentimiento de "yo" se oculta tras el
múltiple sentimiento de la personalidad y su bullicio de ambiciones,
ansiedades, violencia y negatividad.
En ese sentimiento
de yo a que me refiero, el sentimiento de eternidad entra a cada instante de
tiempo, pero en una dirección que nunca podremos hallar mientras estemos
totalmente identificados con la personalidad.
Mientras la
personalidad está en completa actividad, el camino permanece cerrado.
La personalidad
nos dirige hacia el tiempo —hacia el tiempo transitorio— esto es, la vida.
Diagramáticamente,
la dimensión de eternidad entra en ángulo recto en la dimensión de tiempo.
A medida que el
sentimiento de tiempo se acrecienta por la observación de si y empezamos a
tomar fotografías-tiempo de nosotros mismos —esto es, bosquejos de los
"yoes" en prolongados períodos— disminuye el hipnotismo del momento
presente registrado por los sentidos.
El
"presente" ya no está más confinado al instante —sino que se extiende
gradualmente a toda nuestra vida, a medida que se expande la conciencia—.
Empezamos, de
hecho, a comprender el tiempo viviente —esto es, empezamos a comprender que
nuestra vida está en la invisible dimensión del tiempo y ya no estamos más
confinados en las instantáneas de tiempo registradas por nuestros sentidos—.
El pasado está
viviendo en su propio presente —y está cambiando—.
¿Cómo puede
cambiar?
Porque llega a
nuestra conciencia.
La conciencia
es luz: la luz transforma todo.
Encerrados en
la prisión de nuestros sentidos no creemos en otras dimensiones que en las del
espacio que nuestros sentidos nos muestran.
¿Cómo, si tan solo
creemos en lo que vemos, cómo podremos alguna vez desarrollarnos?
¿Cómo podremos
"tocar centros que son suprasensibles?
¿Cómo podremos
experimentar un cambio de mente —la primera etapa en el desarrollo que, según
lo enseñado por el esoterismo, es el significado del hombre—?
Si cree que no
hay nada tras las escenas de la vida visible y que la naturaleza se ha creado a
sí misma, ¿cómo puede recordarse a si mismo?
Si cree que es
solamente su cuerpo visible y que deja de existir con el, ¿cómo puede
recordarse a si mismo?
Cuando el
trabajo dice que la esencia desciende de las estrellas dice algo que puede
modificar su vida.
El origen de la
esencia es perpendicular al tiempo.
Nuestro origen
no está en el tiempo —en el pasado—.
Está es una
idea extraña.
Pero es una
idea necesaria.
Cambia la mente
y ésta es la primera cosa necesaria.
Empezamos a
pensar de una manera nueva —y tanto es lo que hay que pensar de una manera
nueva— y regresarnos, a la propia vida, y cambiarnos.
Se puede ver la
propia vida de una manera muy diferente —pero no se puede hacerlo si no se
comprende que ésta está viviendo y es afectada por todo lo que ahora hacemos y
comprendemos—.
Una nueva comprensión
es la fuerza más poderosa que nos es dable crear en el trabajo.
Proviene de
ideas nuevas.
Esta fuerza de
la nueva comprensión no solo modifica el futuro sino que modifica el pasado.
El cuerpo-tiempo
entero de una persona está en conexión reciproca, del mismo modo que la punta
de un bastón esta conectada con la otra punta.
Basta golpearlo
en cualquier punto y vibra a todo su largo.
Pero el cuerpo-tiempo
no es recto.
Es un círculo,
que no se cierra completamente.
Esto nos trae a
la eterna recurrencia.
Se nos enseña
que si no "trabajamos" sobre nosotros mismos la vida se repite exactamente
como antes.
Nada se
modifica.
¿Por qué?
Porque no hemos
modificado cosa alguna en nosotros mismos.
¿Qué significa
modificar algo en uno mismo?
Quiere decir
que la esencia crece.
Si la esencia
crece no atraerá la misma vida en la recurrencia.
En el trabajo
el término "desarrollo" significa un nuevo crecimiento de la esencia.
Esto solo puede
tener lugar si alguna manifestación de la personalidad deja de ser activa a
través del poder del trabajo.
Un hombre ve, por
medio de la luz del trabajo y de su comprensión del mismo, algunas
manifestaciones negativas de sí mismo, digamos.
Por medio de
una observación más profundizada lo ve cada vez más plenamente, extendiéndose a
lo largo de su vida.
Deseando trabajar
sobre sí mismo —esto es, valorando el trabajo práctico y no sentimentalmente—
empieza a separarse de ello, por así decirlo, a sangre fría — deliberadamente—.
Cuando siente
que está cerca de los "yoes" que lo llevan a dicho estado, a ese mal
lugar psicológico en sí mismo, ya no se identifica con aquellos "yoes"
negativos en el lugar en que siempre existen.
Si siente que
se está acercando demasiado a ellos, se recuerda a si mismo y cuando siente el
trabajo —esto es, cuando está en presencia de las inquietudes de trabajo—
recuerda las observaciones que realizó antes sobre su estado negativo y los
instantes de introspección que tuvo y lo que comprendió del significado del
trabajo y por qué él mismo está trabajando.
De este modo
fortalece su propósito.
Se ha dado el primer
choque consciente y así creó nuevos hidrógenos, una nueva fuerza.
Con esa nueva
fuerza que ha creado su poder de no identificarse se acrecienta.
Ahora bien, esta
clase de trabajo, que va en contra de una u otra manifestación de la personalidad,
produce las condiciones correctas para el crecimiento de la esencia.
Tiene lugar necesariamente
una lucha en cada etapa de este crecimiento.
Si la personalidad
logra la victoria no hay crecimiento alguno.
La personalidad
y la voluntad de sí absorben esta fuerza y permanecen activas y la esencia nada
logra y así se queda pasiva.
Por eso debemos
ser tentados.
Rogamos para no
caer en la tentación y ser liberados del mal, de la personalidad.
Aquí es preciso
pensar individualmente.
La lucha se
entabla entre lo que es irreal y lo que es real.
Pero en esta
lucha tan solo la luz del trabajo —esto es, la fuerza y la iluminación que nos
llegan del hombre consciente en la forma de enseñanza esotérica, tal como el
trabajo que estudiamos— es la que puede separarnos de la personalidad.
Esa fuerza
contrarresta la fuerza de vida. Inicia la guerra en el hombre.
Porque de otro
modo la esencia no puede llegar a ser activa.
La vida hace y
mantiene a la personalidad activa.
El trabajo hace
que la personalidad sea pasiva mediante los métodos del cuarto camino de modo
que la esencia pueda crecer y llegar a ser eventualmente más fuerte que la
personalidad, así un hombre ya no es trabajado más desde el exterior —desde la
vida—.
Esto significa
que un nuevo hombre emerge.
Esto es lo que
significa el desarrollo —no un aumento de lo que una persona es, sino una nueva
persona que emerge, haciendo que lo que es ahora sea pasivo, según las
líneas enseñadas tan claramente por el trabajo—.
Si la esencia
crece después de haberse formado la personalidad, ya no atraerá la misma
vida en la recurrencia.
Pero a menos de
tener el hombre otra luz que la visible del sol, no será capaz de hacer que la
personalidad sea pasiva.
No comprenderá
lo que significa.
Si llegara a conocer
alguna seudo-enseñanza sus esfuerzos solo acrecentaran la personalidad y el
permanecerá en la rueda de la recurrencia mecánica.
Comprenderán entonces
por qué un hombre dueño de un centro magnético correcto está situado en un
nivel de ser mucho más elevado que los otros, por más que los que carecen de
centro magnético y solo creen en sus sentidos se hayan destacado en la ciencia
o en alguna otra disciplina.
El hombre en
quien ha entrado el conocimiento del hombre superior, que comprende y se da
cuenta de lo que es, y ve su propia nadidad, que empieza a trabajar, dicho
hombre puede hacer que la personalidad se vuelva pasiva.
Esto es, el
trabajo la hace pasiva si este hombre es útil.
En dicho hombre
se producirá el crecimiento de la esencia.
Ya no girará
más en el mismo círculo de vida.
Si el desarrollo
de la esencia se realiza plenamente, si el hombre esencial crece en toda su
estatura —ya no experimentará más la vida en el nivel de la tierra—.
Es el nivel
llamado del sol el que exige la vida del hombre, así como la tierra y la luna.
El sol exige el
organismo desarrollado —el hombre consciente—.
Así el hombre
fue creado como un organismo capaz de desarrollo propio y se le dio una esencia
que proviene del nivel de la galaxia estelar.
Maurice Nicoll