DOS
SISTEMAS PSICOLÓGICOS
Por:
Maurice Nicoll
Para
poder pensar acerca del tiempo,
etc., se precisan ideas que choquen contra todas nuestras nociones ordinarias,
en todos los puntos.
En
realidad, pensamos partiendo de una dirección revertida.
¿Qué es
lo que significa esto, y qué terreno estamos hollando?
Ya hemos
visto que el verdadero sentir de la propia existencia está conectado con una
forma de ser consciente en la que se altera el sentido del tiempo.
Nuestra
conciencia ordinaria (que no nos proporciona ningún sentimiento verdadero de la
propia existencia, de la vida de uno mismo), da vueltas a las cosas al revés.
El mundo
está fuera de nosotros, y nuestro sentir de la existencia proviene del cambio
de los sentimientos de placer y dolor derivados del contacto con él.
En la
forma en que se experimenta estos dos estados de conciencia, se presentan como
una completa contradicción.
Parecería
que en cada uno de nosotros existiesen dos
sistemas psicológicos, que, partiendo de distintos puntos, obrasen en dos
direcciones opuestas, por así decirlo; desde fuera y desde dentro.
En el
tipo de literatura del siglo XVII que trata acerca de la naturaleza interna del
hombre, encontramos algunos diagramas que aparentemente se refieren a estos dos
sistemas psicológicos.
Veamos
uno de Robert Fludd, en una obra titulada Utriusque Cosmi, (Í617).
Vemos
aquí dos triángulos que representan algo de la constitución del hombre.
En uno
de ellos el vértice está hacia abajo; en el otro, hacia arriba.
La razón
toca la base del triángulo superior en un punto al nivel que Fludd llama MENTE, o sea que el uso más elevado
de la razón ordinaria del hombre toca el nivel de la mente (mens).
Sin embargo
esto es únicamente un punto en
la 'mente'.
El
triángulo superior termina en el sexo
del hombre como un punto.
Podemos
entonces decir que hay un punto en la razón del hombre y un punto en su sexo
que le conectan con un nivel de conciencia de una escala superior a su
conciencia ordinaria.
UNA
PEQUEÑA PUERTA………
Pero
cada uno de ellos es un mero punto, o una pequeña puerta en el otro.
Si
solamente tomamos las dos bases de los triángulos, del superior y del inferior,
podemos considerarlo como si fueran líneas que representan dos niveles de
conciencia.
DOS
SISTEMAS DE CONCIENCIA………
Pero
sería más apropiado decir que los dos triángulos superpuestos representan dos sistemas de conciencia.
EL
TRIÁNGULO SUPERIOR………
El
triángulo cuya base está arriba y que termina abajo, en el punto a nivel del
sexo está relacionado a las tres dimensiones del 'mundo invisible'.
Cuando
la conciencia se sitúa en este sistema, pueden aparecer en conjunto: el sentido
de la vida extendida en el tiempo, el sentido de eternidad y recurrencia, y el
sentido de la propia existencia.
Pertenece
al sistema superior que se encuentra oculto en el hombre.
EL
TRIÁNGULO INFERIOR………
En su
estado natural, el hombre se encuentra en el sistema psicológico que
representa el triángulo cuya base esta abajo, es el triángulo inferior.
De
suerte que al estudiar al hombre 'natural' hallaremos en él únicamente este
sistema.
Pero, si
se le considera psicológicamente, no podemos tomar al hombre en términos de un
sólo sistema.
Dentro
de su ser existe alguna extraordinaria paradoja.
EL
TRIÁNGULO SUPERIOR………
Hay otro
sistema en él cuyo modo de acción yace en dirección inversa al sistema
natural, y que trabaja de arriba hacia abajo.
UNA COMBINACIÓN
DE AMBOS SISTEMAS………
Si
estamos dispuestos a aceptar esta interpretación, significa que el hombre plenamente integrado debe ser una
combinación de ambos sistemas.
El
hombre es el campo en que se juntan estos dos sistemas.
Representan
una paradoja, una cruz, algo extraordinariamente difícil de unir; y, sobre
todo, algo que ha de despertarse y ponerse en actividad, porque el hombre
'natural' es lo adecuado a la vida y no precisa de la acción del segundo
sistema.
UNIR A
ESTOS DOS SISTEMAS………
La tarea
es la de unir estos dos sistemas en
una relación, y no el buscar uno a expensas de otro.
Todas
las experiencias que hemos citado solamente demuestran la existencia de otra
orientación psicológica.
La
integración del hombre ha de ser la reconciliación de estos dos sistemas, y
esto debe significar el gradual
despertar del otro sistema permaneciendo en contacto con la vida.
Los
principios que pertenecen al otro sistema, el nuevo sentido del tiempo, del yo, de la recurrencia, tienen que
tener una relación a la vida.
El punto
más elevado de la razón 'natural' orilla el nivel de tales ideas; es decir que
aquello que es lo mejor de nuestro pensamiento puede alcanzar otro orden de
entendimiento.
De un
modo similar, el punto más elevado del sexo se abre en la misma dirección.
Platón
dice que cuando empezamos a hollar el camino del conocimiento devenimos más y
más inciertos acerca de todas aquellas cosas de las que teníamos certeza, y más
y más ciertos de aquello que nos era incierto.
REVERSIÓN………
Comenzamos
a pasar por una especie de reversión.
A cierto
punto ocurren momentos de iluminación.
'Brota
del fuego' (Epístola VIII).
MENTE
ACTIVA………
A esto
llamémosle el nacimiento de la mente activa,
y conectémosle con el despertar del segundo triángulo o sistema en el
hombre.
A esta
altura ya habremos comprendido que el tratar de asir el tiempo de una manera
diferente tiene un propósito bastante claro: el de estimular la actividad del
segundo sistema psicológico.
PENSAR
PARTIENDO DE LAS IDEAS………
Para
esto se hace necesario pensar partiendo de las ideas.
También
comprendemos que para despertar este sistema hemos de tener una nueva
concepción de la 'realidad'.
Esta
nueva concepción de la “realidad” permanecerá dormida en nosotros en tanto
demos las cosas por supuestas, y vivamos sumergidos en el mundo de las
apariencias.
Puesto
que estos dos sistemas, en el hombre, están respectivamente volcados hacia lo visible y lo invisible, hemos de darnos cuenta de que lo visible no puede
darnos plenitud.
Lo
visible nunca podrá darnos nuestro completo significado.
Debe
penetrar en nosotros algo que venga desde otra dirección.
Nuestras
'certidumbres' han de convertirse en algo menos supuesto.
Debemos
aflojar nuestras opiniones fijas.
Lo que
más debemos sospechar es el sentimiento de estar siempre en lo cierto, de
siempre tener la razón.
Bien
podemos imaginar cómo semejantes sentimientos nos limitan dentro del triángulo
inferior.
También,
y debido a que hay dos sistemas en nosotros, las energías que deberían ir hacia
el sistema superior tienen que producir una sobreacción en el sistema inferior.
Tal cual
somos, debemos ser una confusión
de los dos sistemas.
Ahora
bien: todas las ideas que nos ayudan a concebir el espacio superior orillan el sistema
superior, lo tocan.
El asir
el tiempo de una manera diferente, con el pensamiento y sentimiento individual, nos hace llegar al sistema
superior, porque este sistema superior no tiene el sentido del tiempo que
tenemos nosotros, ni tiene las nociones del sistema inferior.
Todas las
emociones y todos los pensamientos que corresponden al sistema superior tienen
que ser inconmensurables en relación con los del sistema inferior.
Son otro
mundo; y, sin embargo, penetran en este mundo del sistema inferior.
En
cierto sentido, el uno es algo discontinuo con relación al otro; sin embargo,
están eslabonados (se unen), en dos puntos.
El
trabajo pleno de ambos sistemas significaría ser
consciente del TODO, significaría vivir en un mundo sexa-dimensional.
La
memoria de toda la vida —mejor dicho, el conocimiento directo de ella— y el
conocimiento de las recurrencias penetrarían en el campo de la conciencia.
Nuestra
psicología del momento presente quedaría aniquilada por la absorción de algo
infinitamente superior.
Más
nosotros seguiríamos en la vida, únicamente que más ciertos en aquello de lo
que antes no teníamos certeza, e inciertos en aquello de lo que antes estábamos
muy ciertos.
Si
entendemos que el mundo manifestado es únicamente una parte del mundo inmanifestado, entonces lo hemos de tomar como
aquel grado del TODO que parece existir fuera del hombre, en el ambiente
sensible.
Toda
aquella porción que permanece inmanifestada es aquel lado del TODO con el cual
el hombre se comunica interiormente.
El
objetivo de 'aquietar los sentidos' es el de despertar la percepción interna
de las realidades inmanifestadas; la realidad manifestada yace fuera de
nosotros, en aquella porción del TODO que los sentidos nos muestran.
Un nivel
superior de conciencia, (o el despertar del segundo sistema) significará,
entonces, que incluiremos mucho más del MUNDO, es decir una mayor totalidad, y
por lo mismo MÁS DE NOSOTROS MISMOS; incluiremos más de lo que incluimos al
hallarnos en la proporción que nos da el nivel de conciencia que yace entre lo
manifiesto y lo inmanifiesto.
Si así
lo consideramos, podremos pensar que los grados inmanifestados del MUNDO yacen
dentro del hombre como una serie de posibles experiencias internas
—transformaciones mentales— a las que se llega mediante una conciencia más
plena, y que se perciben como la 'verdad interna' o lo que gustemos llamarle.
Entonces,
al hombre natural se le define por su estado consciente.
Como
'naturales' somos una proporción entre
lo manifestado y lo inmanifestado, una proporción común al nivel de conciencia
que tenemos.
Pero si
hay grados superiores de conciencia, el hombre es capaz de obtener nuevas
proporciones, y de ver y comprender cosas que nosotros, como hombres
'naturales', no comprendemos porque esta nueva proporción existirá únicamente
para él y en él.
De este
modo, su 'lógica' no será la nuestra, y tampoco sus puntos de vista, ni sus
opuestos serán nuestros opuestos.
Por lo
tanto, es fácil darse cuenta de que él nos será incomprensible, pues ahí donde
nosotros nada vemos, él verá algo; y ahí donde nosotros vemos contradicciones,
debido a que estamos divididos en pedazos, él puede ver una armonía, porque,
con relación a nosotros, él ve más; ve más amplia y plenamente, ve una mayor
parte del TODO.
Toda
expansión de la conciencia significa un punto de vista más expansivo, uno que
incluye lo que para nosotros, y debido a nuestra limitada conciencia, parecerán
opuestos y permanecerán opuestos, reteniéndonos en nuestro nivel.
La
apertura de grados superiores de conciencia no ha de ser, por tanto, un proceso
que se conforme a nuestras
ideas generales de las cosas.
Siempre
habrá algo extraño y difícil de comprender en todo cuanto les pertenece.
Si toda
comprensión nueva fuese conmensurable
con las viejas, con las comprensiones ordinarias, podríamos concebir que el
correcto desarrollo del hombre, mediante el cual su sentido de yo se conecta gradualmente con aquel
otro yo que corresponde a un
nivel de conciencia que está por encima del que nos es común, no involucraría ninguna
reversión.
El
hombre no precisaría comenzar de nuevo, sino que le bastaría únicamente
expandir su comprensión y sus conocimientos naturales poco a poco.
Pero
reflexionemos un instante:
¿Podrá
cualquier expansión continua
de nuestro entendimiento natural acercarnos a una nueva proporción, o la idea
del espacio superior?
¿No nos
llegan a caso de una dirección distinta todas aquellas ideas que pueden crear
en nosotros una nueva proporción?
¿No
provienen acaso de una dirección distinta de cualquiera de las direcciones que
pertenecen a nuestra proporción natural?
¿Y no
implica esto una reversión?
Pero reversión
¿en qué sentido?
En el
sentido de comenzar a discurrir o a pensar partiendo de ideas que pueden crecer en todas direcciones en el ser
consciente, alterando nuestros puntos de vista de mil y una maneras.
Al
pensar de esta manera no pensaremos partiendo de la evidencia sensorial, ni
seguiremos la lógica que se vuelca hacia fuera, hacia el fenómeno, y que está
siempre tratando de establecer una
cadena de causa y efecto en la vida de sombras de la experiencia temporal.
Maurice
Nicoll
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