martes, 2 de junio de 2015

DOS SISTEMA PSICOLÓGICOS

DOS SISTEMAS PSICOLÓGICOS
Por: Maurice Nicoll

Para poder pensar acerca del tiempo, etc., se precisan ideas que cho­quen contra todas nuestras nociones ordinarias, en todos los puntos.

En realidad, pensamos partiendo de una dirección revertida.

¿Qué es lo que significa esto, y qué terreno estamos hollando?

Ya hemos visto que el verdadero sentir de la propia existencia está conectado con una forma de ser consciente en la que se altera el sen­tido del tiempo.

Nuestra conciencia ordinaria (que no nos proporciona ningún sentimiento verdadero de la propia existencia, de la vida de uno mismo), da vueltas a las cosas al revés.

El mundo está fuera de nosotros, y nuestro sentir de la existencia proviene del cambio de los sentimientos de placer y dolor derivados del contacto con él.

En la forma en que se experimenta estos dos estados de conciencia, se presentan como una completa contradicción.

Parecería que en cada uno de nosotros existiesen dos sistemas psicológicos, que, partiendo de distintos puntos, obrasen en dos direcciones opuestas, por así decirlo; desde fuera y desde dentro.

En el tipo de literatura del siglo XVII que trata acerca de la naturaleza interna del hombre, encontramos algunos diagramas que aparentemente se refieren a estos dos sistemas psicológicos.

Veamos uno de Robert Fludd, en una obra titulada Utriusque Cosmi, (Í617).

Vemos aquí dos triángulos que representan algo de la constitución del hombre.

En uno de ellos el vértice está hacia abajo; en el otro, hacia arriba.

La razón toca la base del triángulo superior en un punto al nivel que Fludd llama MENTE, o sea que el uso más elevado de la razón ordinaria del hombre toca el nivel de la mente (mens).

Sin em­bargo esto es únicamente un punto en la 'mente'.

El triángulo superior termina en el sexo del hombre como un punto.

Podemos entonces decir que hay un punto en la razón del hombre y un punto en su sexo que le conectan con un nivel de conciencia de una escala superior a su conciencia ordinaria.

UNA PEQUEÑA PUERTA………

Pero cada uno de ellos es un mero punto, o una pequeña puerta en el otro.

Si solamente tomamos las dos bases de los triángulos, del superior y del inferior, podemos considerarlo como si fueran líneas que representan dos niveles de conciencia.

DOS SISTEMAS DE CONCIENCIA………

Pero sería más apropiado decir que los dos triángulos superpuestos representan dos sistemas de conciencia.

EL TRIÁNGULO SUPERIOR………

El triángulo cuya base está arriba y que termina abajo, en el punto a nivel del sexo está relacionado a las tres dimensiones del 'mundo invisible'.

Cuan­do la conciencia se sitúa en este sistema, pueden aparecer en conjunto: el sentido de la vida extendida en el tiempo, el sentido de eternidad y recurrencia, y el sentido de la propia existencia.

Pertenece al sistema su­perior que se encuentra oculto en el hombre.

EL TRIÁNGULO INFERIOR………

En su estado natural, el hom­bre se encuentra en el sistema psicológico que representa el triángulo cuya base esta abajo, es el triángulo inferior.

De suerte que al estudiar al hombre 'na­tural' hallaremos en él únicamente este sistema.

Pero, si se le considera psicológicamente, no podemos tomar al hombre en términos de un sólo sistema.

Dentro de su ser existe alguna extraordinaria paradoja.

EL TRIÁNGULO SUPERIOR………

Hay otro sistema en él cuyo modo de acción yace en dirección inversa al sis­tema natural, y que trabaja de arriba hacia abajo.

UNA COMBINACIÓN DE AMBOS SISTEMAS………

Si estamos dispuestos a aceptar esta interpretación, significa que el hombre plenamente inte­grado debe ser una combinación de ambos sistemas.

El hombre es el campo en que se juntan estos dos sistemas.

Representan una paradoja, una cruz, algo extraordinariamente difícil de unir; y, sobre todo, algo que ha de despertarse y ponerse en actividad, porque el hombre 'natural' es lo adecuado a la vida y no precisa de la acción del segundo sistema.

UNIR A ESTOS DOS SISTEMAS………

La tarea es la de unir estos dos sistemas en una relación, y no el buscar uno a expensas de otro.

Todas las experiencias que hemos citado solamente demuestran la existencia de otra orientación psicológica.

La integración del hombre ha de ser la reconciliación de estos dos sistemas, y esto debe significar el gradual despertar del otro sistema permaneciendo en contacto con la vida.

Los principios que pertenecen al otro sistema, el nuevo sentido del tiempo, del yo, de la recurrencia, tienen que tener una relación a la vida.

El punto más elevado de la razón 'natural' orilla el nivel de tales ideas; es decir que aquello que es lo mejor de nuestro pensamiento puede alcanzar otro orden de entendimiento.

De un modo similar, el punto más elevado del sexo se abre en la misma dirección.

Platón dice que cuando empezamos a hollar el camino del cono­cimiento devenimos más y más inciertos acerca de todas aquellas cosas de las que teníamos certeza, y más y más ciertos de aquello que nos era incierto.

REVERSIÓN………

Comenzamos a pasar por una especie de reversión.

A cierto punto ocurren momentos de iluminación.

'Brota del fuego' (Epístola VIII).

MENTE ACTIVA………

A esto llamémosle el nacimiento de la mente activa, y conectémosle con el despertar del segundo triángulo o sistema en el hombre.

A esta altura ya habremos comprendido que el tratar de asir el tiempo de una manera diferente tiene un propósito bastante claro: el de estimular la actividad del segundo sistema psicológico.

PENSAR PARTIENDO DE LAS IDEAS………

Para esto se hace necesa­rio pensar partiendo de las ideas.

También comprendemos que para des­pertar este sistema hemos de tener una nueva concepción de la 'rea­lidad'.

Esta nueva concepción de la “realidad” permanecerá dormida en nosotros en tanto demos las cosas por supuestas, y vivamos sumergidos en el mundo de las apariencias.

Pues­to que estos dos sistemas, en el hombre, están respectivamente volcados hacia lo visible y lo invisible, hemos de darnos cuenta de que lo visible no puede darnos plenitud.

Lo visible nunca podrá darnos nuestro completo significado.

Debe penetrar en nosotros algo que venga desde otra dirección.

Nuestras 'certidumbres' han de convertirse en algo menos supuesto.

De­bemos aflojar nuestras opiniones fijas.

Lo que más debemos sospechar es el sentimiento de estar siempre en lo cierto, de siempre tener la razón.

Bien podemos imaginar cómo semejantes sentimientos nos limitan den­tro del triángulo inferior.

También, y debido a que hay dos sistemas en nosotros, las energías que deberían ir hacia el sistema superior tienen que producir una sobreacción en el sistema inferior.

Tal cual somos, debemos ser una confusión de los dos sistemas.

Ahora bien: todas las ideas que nos ayudan a concebir el espacio superior orillan el sistema superior, lo tocan.

El asir el tiempo de una manera diferente, con el pensamiento y sentimiento individual, nos hace llegar al sistema superior, porque este sistema superior no tiene el sentido del tiempo que tenemos nosotros, ni tiene las nociones del sistema inferior.

Todas las emociones y todos los pensamientos que corresponden al sistema superior tienen que ser inconmensurables en relación con los del sistema inferior.

Son otro mundo; y, sin embargo, penetran en este mundo del sistema inferior.

En cierto sentido, el uno es algo discontinuo con relación al otro; sin embargo, están eslabo­nados (se unen), en dos puntos.

El trabajo pleno de ambos sistemas significaría ser consciente del TODO, significaría vivir en un mundo sexa-dimensional.

La memoria de toda la vida —mejor dicho, el conocimiento directo de ella— y el conocimiento de las recurrencias penetrarían en el campo de la conciencia.

Nuestra psicología del momento presente quedaría aniquilada por la absorción de algo infinitamente superior.

Más nosotros seguiríamos en la vida, únicamente que más ciertos en aquello de lo que antes no teníamos certeza, e inciertos en aquello de lo que antes estábamos muy ciertos.

Si entendemos que el mundo manifestado es únicamente una parte del mundo inmanifestado, entonces lo hemos de tomar como aquel grado del TODO que parece existir fuera del hombre, en el ambiente sensible.

Toda aquella porción que permanece inmanifestada es aquel lado del TODO con el cual el hombre se comunica interiormente.

El objetivo de 'aquietar los sentidos' es el de despertar la percepción in­terna de las realidades inmanifestadas; la realidad manifestada yace fuera de nosotros, en aquella porción del TODO que los sentidos nos muestran.

Un nivel superior de conciencia, (o el despertar del segundo sistema) signi­ficará, entonces, que incluiremos mucho más del MUNDO, es decir una ma­yor totalidad, y por lo mismo MÁS DE NOSOTROS MISMOS; incluire­mos más de lo que incluimos al hallarnos en la proporción que nos da el nivel de conciencia que yace entre lo manifiesto y lo inmanifiesto.

Si así lo consideramos, podremos pensar que los grados inmanifestados del MUNDO yacen dentro del hombre como una serie de posibles experiencias internas —transformaciones mentales— a las que se llega me­diante una conciencia más plena, y que se perciben como la 'verdad interna' o lo que gustemos llamarle.

Entonces, al hombre natural se le define por su estado consciente.

Como 'naturales' somos una proporción entre lo manifestado y lo inmanifestado, una proporción común al nivel de conciencia que tenemos.

Pero si hay grados superiores de conciencia, el hombre es capaz de obtener nuevas proporciones, y de ver y com­prender cosas que nosotros, como hombres 'naturales', no comprendemos porque esta nueva proporción existirá únicamente para él y en él.

De este modo, su 'lógica' no será la nuestra, y tampoco sus puntos de vista, ni sus opuestos serán nuestros opuestos.

Por lo tanto, es fácil darse cuen­ta de que él nos será incomprensible, pues ahí donde nosotros nada ve­mos, él verá algo; y ahí donde nosotros vemos contradicciones, debido a que estamos divididos en pedazos, él puede ver una armonía, porque, con relación a nosotros, él ve más; ve más amplia y plenamente, ve una mayor parte del TODO.

Toda expansión de la conciencia significa un punto de vista más expansivo, uno que incluye lo que para nosotros, y debido a nuestra limitada conciencia, parecerán opuestos y permanece­rán opuestos, reteniéndonos en nuestro nivel.

La apertura de grados superiores de conciencia no ha de ser, por tanto, un proceso que se conforme a nuestras ideas generales de las cosas.

Siempre habrá algo extra­ño y difícil de comprender en todo cuanto les pertenece.

Si toda comprensión nueva fuese conmensurable con las viejas, con las comprensiones ordinarias, podríamos concebir que el correcto desarrollo del hombre, mediante el cual su sentido de yo se conecta gradualmente con aquel otro yo que corresponde a un nivel de conciencia que está por encima del que nos es común, no involucraría ninguna reversión.

El hombre no precisaría comenzar de nuevo, sino que le bastaría únicamente expandir su comprensión y sus conocimientos natu­rales poco a poco.

Pero reflexionemos un instante:

¿Podrá cualquier ex­pansión continua de nuestro entendimiento natural acercarnos a una nueva proporción, o la idea del espacio superior?

¿No nos llegan a caso de una dirección distinta todas aquellas ideas que pueden crear en nosotros una nueva proporción?

¿No provienen acaso de una dirección distinta de cualquiera de las direcciones que pertenecen a nuestra proporción natural?

¿Y no implica esto una reversión?

Pero reversión ¿en qué sentido?

En el sentido de comenzar a discurrir o a pensar partiendo de ideas que pueden crecer en todas direcciones en el ser consciente, alterando nuestros puntos de vista de mil y una maneras.

Al pensar de esta manera no pensaremos partiendo de la evidencia sensorial, ni seguiremos la lógica que se vuelca hacia fuera, hacia el fenómeno, y que está siempre tratando de establecer una cadena de causa y efecto en la vi­da de sombras de la experiencia temporal.

Maurice Nicoll

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