lunes, 1 de junio de 2015

UNA NUEVA MANERA DE PENSAR

UNA NUEVA MANERA DE PENSAR
Por: Maurice Nicoll

Para comenzar, signi­fica que no podemos seguir pensando de la misma manera que antes.

Si queremos penetrar aquella ciencia del alma cuyo objetivo es efectuar una transformación precisa en la naturaleza del hombre, hemos de co­menzar a pensar de un modo diferente.

Y el punto de partida es el sentido de algo superior, de algo más grande.

UNA REVERSIÓN………
                              
Esto, y únicamente esto, es lo que puede comenzar a efectuar una reversión en nosotros, una re­versión que, grado a grado, nos libere del poder de las cosas externas que tan completamente dominan nuestra existencia, y que hace de nos­otros algo ligeramente superior a una máquina.

ESTA REVERSIÓN ES LA QUE UN ÚLTIMA INSTANCIA CONSTITUYE EL CAMBIO……...

En cierto sentido, es esta reversión la que en última instancia cons­tituye el cambio; no es la revelación momentánea que tuvo Fausto que, al cabo, no viene a ser sino el preludio de todas sus experiencias espirituales subsiguientes; es un largo proceso, UNA LUCHA entre una forma de comprensión, por un lado, junto con todo cuanto le acompaña interiormente, CONTRA TODAS las características de esta maquinaria del tiempo y los senti­dos, la sucesión de los pequeños 'yo', la momentaneidad de las cosas, el sentido distorsionado que tenemos de los demás y que es lo conse­cuente de nuestro insatisfecho deseo de vernos duplicados, la tan limi­tada órbita en que nos damos vueltas, las limitadas nociones que tene­mos acerca de la existencia, nuestra visión tan estrecha del MUNDO y las actitudes igualmente estrechas que de ello resultan; todo esto por un lado, y por el otro una nueva forma de comprensión que está mucho más cerca de nosotros de lo que imaginamos, una forma de comprensión que nos toca, efectivamente, por todos lados y que conocemos pero que no podemos retener, no podemos recordar, no podemos distinguirla y hacerla efectiva, salvo mediante grandes esfuerzos.

¿No es únicamente a través del reconocimiento de la escala (la fe) en nosotros mismos que podemos huir de la negación de la vida?

El terrible poder de la negación nos rodea por todos lados.

Alguna expe­riencia extraordinariamente mala, algún desastre horrible, alguna pérdida, evoca inmediatamente el espíritu de negación en nuestros pensa­mientos.

Lo vemos todo negro.

Parecemos ser únicamente hijos del tiempo que pasa, que vivimos en un mundo de frustración que no comprendemos.

Entonces el mundo nos parece únicamente algo maligno.

Nuestra atención la atrae únicamente el peor lado de las cosas.

La voluntad se torna negativa.

¿Cómo podremos, entonces, sin aquellas ideas nuevas que nos indican qué hacer, evitar el caer en la apatía que se caracteriza por el hecho de que ya no tratamos de comprender nada, sino que 'alegre­mente' o de cualquier otro modo seguimos adelante como buenamente sea?

Kierkegaard halló la solución con decirle, 'si' a la vida, en querer la repetición de los acontecimientos. Barth dice:

'Cuando por alguna ra­zón generalmente valedera se enfría el entusiasmo de la "afirmación de la vida", los hombres se volverán hacia la "negación de la vida" PROTESTANDO que el mundo es malo en sí, que está creado de vanidad, ya por volición propia, o ya como juguete de algún demiurgo'. (Barth, Romanos).

Es entonces cuando el mundo se ve como obra de algún demonio, como lo vio Ramsay.

Tan sólo UNA ACTITUD muy especial puede rescatarnos.

La necesidad de crear algo adicional en nosotros.

La con­cepción de un posible estado superior, verificable psicológicamente, es una respuesta a esta situación.

¿No es tan sólo mediante el ver que la creación está sujeta a la vanidad y a la frustración como puede el hombre hallar suficiente fuer­za en sí mismo para asir su vida y comenzar a separarse del caos interno y externo?

Descubrirá que el secreto lo lleva en sí mismo, en su voluntad de llegar a ser otra cosa —llegar a ser algo, pues el 'Si' yace en el yo y el yo es ser.

Entonces dejará el hombre, de ver al mundo como únicamente vanidad, sino que LO VERÁ COMO UNA SERIE DE CONDICIONES (A MENUDO DE GRAN SIGNIFICADO PARA ÉL MISMO) A FIN DE EJERCITAR SU ALMA.

Pero sin tener idea de que hay tal ejercicio, y sin comprender que el universo está en él mismo, para que él mismo cambie, y que su crecimiento interior es, para él una serie de transformaciones mentales en sí, el hombre permanecerá siempre preocupado de aquello que le parecerá una confusión de la vida exterior, sin comprender 'por qué' ella no le da lo que espera, y así seguirá culpando, o bien tratando de resolver problemas que, por la acción misma del tiempo que pasa, no pueden ser resueltos externamente.

Maurice Nicoll



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