UNA
NUEVA MANERA DE PENSAR
Por:
Maurice Nicoll
Para
comenzar, significa que no podemos seguir pensando de la misma manera que
antes.
Si
queremos penetrar aquella ciencia del alma cuyo objetivo es efectuar una
transformación precisa en la naturaleza del hombre, hemos de comenzar a pensar
de un modo diferente.
Y
el punto de partida es el sentido de algo superior, de algo más grande.
UNA
REVERSIÓN………
Esto,
y únicamente esto, es lo que puede comenzar a efectuar una reversión en
nosotros, una reversión que, grado a grado, nos libere del poder de las cosas
externas que tan completamente dominan nuestra existencia, y que hace de nosotros
algo ligeramente superior a una máquina.
ESTA
REVERSIÓN ES LA QUE UN ÚLTIMA INSTANCIA CONSTITUYE EL CAMBIO……...
En
cierto sentido, es esta reversión la que en última instancia constituye el
cambio; no es la revelación momentánea que tuvo Fausto que, al cabo, no viene a
ser sino el preludio de todas sus experiencias espirituales subsiguientes; es un
largo proceso, UNA LUCHA entre una forma de comprensión, por un lado, junto con
todo cuanto le acompaña interiormente, CONTRA TODAS las características de esta
maquinaria del tiempo y los sentidos, la sucesión de los pequeños 'yo', la
momentaneidad de las cosas, el sentido distorsionado que tenemos de los demás y
que es lo consecuente de nuestro insatisfecho deseo de vernos duplicados, la
tan limitada órbita en que nos damos vueltas, las limitadas nociones que tenemos
acerca de la existencia, nuestra visión tan estrecha del MUNDO y las actitudes
igualmente estrechas que de ello resultan; todo esto por un lado, y por el otro
una nueva forma de comprensión que está mucho más cerca de nosotros de lo que
imaginamos, una forma de comprensión que nos toca, efectivamente, por todos
lados y que conocemos pero que no podemos retener, no podemos recordar, no
podemos distinguirla y hacerla efectiva, salvo mediante grandes esfuerzos.
¿No
es únicamente a través del reconocimiento de la escala (la fe) en nosotros
mismos que podemos huir de la negación de la vida?
El
terrible poder de la negación nos rodea por todos lados.
Alguna
experiencia extraordinariamente mala, algún desastre horrible, alguna pérdida,
evoca inmediatamente el espíritu de negación en nuestros pensamientos.
Lo
vemos todo negro.
Parecemos
ser únicamente hijos del tiempo que pasa, que vivimos en un mundo de
frustración que no comprendemos.
Entonces
el mundo nos parece únicamente algo maligno.
Nuestra
atención la atrae únicamente el peor lado de las cosas.
La
voluntad se torna negativa.
¿Cómo
podremos, entonces, sin aquellas ideas nuevas que nos indican qué hacer, evitar
el caer en la apatía que se caracteriza por el hecho de que ya no tratamos de
comprender nada, sino que 'alegremente' o de cualquier otro modo seguimos
adelante como buenamente sea?
Kierkegaard
halló la solución con decirle, 'si' a la vida, en querer la repetición
de los acontecimientos. Barth dice:
'Cuando
por alguna razón generalmente valedera se enfría el entusiasmo de la
"afirmación de la vida", los hombres se volverán hacia la "negación
de la vida" PROTESTANDO que el mundo es malo en sí, que está creado de vanidad,
ya por volición propia, o ya como juguete de algún demiurgo'. (Barth, Romanos).
Es
entonces cuando el mundo se ve como obra de algún demonio, como lo vio Ramsay.
Tan
sólo UNA ACTITUD muy especial puede rescatarnos.
La
necesidad de crear algo adicional en nosotros.
La
concepción de un posible estado superior, verificable psicológicamente, es una
respuesta a esta situación.
¿No
es tan sólo mediante el ver que la creación está sujeta a la vanidad y a la
frustración como puede el hombre hallar suficiente fuerza en sí mismo para
asir su vida y comenzar a separarse del caos interno y externo?
Descubrirá
que el secreto lo lleva en sí mismo, en su voluntad de llegar a ser otra cosa
—llegar a ser algo, pues el 'Si' yace en el yo y el yo
es ser.
Entonces
dejará el hombre, de ver al mundo como únicamente vanidad, sino que LO VERÁ
COMO UNA SERIE DE CONDICIONES (A MENUDO DE GRAN SIGNIFICADO PARA ÉL MISMO) A
FIN DE EJERCITAR SU ALMA.
Pero
sin tener idea de que hay tal ejercicio, y sin comprender que el universo está
en él mismo, para que él mismo cambie, y que su crecimiento interior es, para
él una serie de transformaciones mentales en sí, el hombre permanecerá siempre
preocupado de aquello que le parecerá una confusión de la vida exterior, sin
comprender 'por qué' ella no le da lo que espera, y así seguirá culpando, o
bien tratando de resolver problemas que, por la acción misma del tiempo que
pasa, no pueden ser resueltos externamente.
Maurice
Nicoll
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