UN NUEVO SENTIDO DEL
TIEMPO
Por: Maurice Nicoll
Por: Maurice Nicoll
Como consecuencia de
la calidad de “nuestro ser consciente”, que tan sólo nos da una dirección
externa, no podemos vernos a nosotros mismos con claridad.
Tomamos los efectos
que la vida exterior ha producido en nosotros como si fuesen nosotros mismos,
nuestro verdadero ser.
Escasamente podemos
discernir nuestros estados y modos separándolos de lo que parece ser la causa
exterior.
Gobernados como
estamos por los sentidos, nos parece que la realidad está fuera de nosotros.
Al ser sensuales, no
nos damos cuenta de nuestra propia invisibilidad y la de los demás, pues esto
no es materia de una 'conciencia perceptiva'.
Nuestro estar fuera
impide que lleguemos a una armonía interna.
Nada hay en nosotros
que tenga una mayor realidad o que sea capaz de aislarnos de los continuos
efectos del mundo que nos penetra por los sentidos.
La escena que nos
proporcionan los sentidos es lo que nos controla, y así nos hallamos siempre
fuera de nosotros mismos.
Pero CREEMOS estar
controlados por la razón y que nos hallamos firmemente centrados en nosotros
mismos.
Discutiendo las
condiciones de la conciencia superior, Ouspensky comenta que 'es preciso que el
centro de gravedad de todas las cosas sea para el hombre su mundo interior, la
conciencia de sí mismo, y de ninguna forma el mundo exterior'. (Tertium
Organum)
Acá habla de la
auto-conciencia como plenitud de conciencia del yo, de un estado de conciencia
en el que el centro de gravedad de nuestro ser (o sea el yo) está en nosotros
mismos.
En nuestro actual
estado de conciencia nos hallamos, por así decirlo, fundidos con el mundo y sus
cambios nos distraen continuamente.
Y la forma de nuestro
pensamiento, cimentado en lo que nos muestran los sentidos, es un pensamiento
'natural', o sea que nuestro pensamiento va en pos del mundo de los sentidos y
del tiempo que pasa, y tiene sus raíces en las pruebas de las cosas vistas.
A fin de conseguir
que el centro de gravedad de nuestro ser esté en nosotros mismos, a fin de ser
tocados por un sentido interno del ser, en vez de todas las continuas
reacciones del momento a las que llamamos “yo”, se hace necesario tener otra
'realidad' de todas las cosas en general.
Nuestros conceptos
naturales no son suficientes para cambiar la calidad de la conciencia ni para
colocar el centro de gravedad de nuestro ser en nosotros mismos.
El hombre no sólo ha
de sobreponerse a la opinión sensual de la vida mediante el pensamiento
teórico, sino que ha de mirar dentro de si —lejos de los sentidos— y
convertirse a si mismo en objeto de estudio.
Y ha de ir más allá
del conocimiento sensible, del conocimiento racional.
Se indica que hay
tres clases de conocimiento: 'El primero es sensible, el segundo es racional y
bastante superior al primero.
El tercero
corresponde a un poder superior del alma que nada sabe de un ayer, de un hoy o
de un mañana'.
Esto se refiere a una
frase utilizada por Pablo:
PABLO DICE:
'Para que podáis bien
comprender con todos los santos cuál sea la anchura y la largura y la
profundidad y la altura'.
Pablo indica con esto
un estado de la conciencia en el que el tiempo, tal como lo conocemos, se
desvanece y deja de haber un 'ayer' y un 'mañana'.
El cambio en el
sentido del yo no sólo pertenece a una calidad superior de la conciencia, sino
que el concepto natural del tiempo que deriva de nuestro contacto con el mundo
desaparece; lo reemplazan un conocimiento nuevo, un nuevo sentido del tiempo.
Aquello que las
matemáticas abordan en teoría y con relación a las dimensiones, se percibe
mediante el conocimiento directo.
Desde este punto de
vista, las matemáticas superiores yacen entre la comprensión que corresponde a
nuestra conciencia en su estado ordinario y a la comprensión que corresponde a
un nivel superior.
Es de este modo como
se entiende la opinión de Platón de que los números difieren de las ideas y que
ocupan el intervalo que hay entre las ideas y los objetos sensibles.
Las Ideas pertenecen
a un grado superior de realidad, a un grado superior a la realidad de los
objetos.
Y entre ambos grados
vienen los números.
Pero debemos
comprender que es cosa muy distinta el llegar en teoría a la conclusión de que
el mundo es de cuatro dimensiones, y el 'darse cuenta' de ello por un efectivo
cambio en el propio sentido del tiempo.
Maurice Nicoll
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