LIBRARSE DEL SENTIDO DEL TIEMPO QUE
PASA
Por: Maurice Nicoll
Al
agregar la cuarta dimensión surge
el Mundo del tiempo, surge vivo ahí donde lo creíamos muerto e ido.
Nuestras
vidas se extienden sobre una diminuta porción de él.
En
este Mundo del tiempo nada puede perecer.
Es
el tiempo que pasa lo que hace que nos parezca que las cosas perecen,
desaparecen.
Pensamos
que el mundo es una bola en el espacio.
Si
lo creemos creado, lo imaginamos como si fuera hecho de una masa redonda.
Y
cuando leemos algo acerca de que las edades fueron creadas, no entendemos lo
que significa.
Significa
creación en el tiempo.
Imaginad
un día ya creado.
Tratad
de imaginar una semana ya creada y arreglada de principio a fin.
La
mente natural no puede hacerlo.
No
puede formarse una imagen de un día ya creado, y mucho menos de una edad, de
una época.
Es
preciso librarse del sentido del tiempo que pasa y pensar en el tiempo en si.
Si
esto hacemos, entonces nos será fácilmente comprensible la expresión en el
Apocalipsis de Pedro, aquélla que dice:
'Nada
perece a los ojos de Dios'.
Pues
en el tiempo todo ocupa su lugar, y aun cuando el hoy día reemplace al ayer, el
ayer seguirá siendo hoy día para sí mismo.
Nuestro
paso por la dimensión del tiempo nos procurará la experiencia de la sucesión.
Y,
aún más, la impresión de la aniquilación.
Creemos
que el pasado está aniquilado.
Creemos
que el ayer no puede estar en ninguna parte.
¿Dónde
podría hallar un lugar?
¿Cómo
podría haber lugar en el hoy día para el ayer?
Casi
no podemos describir cuan profundamente nuestra experiencia del tiempo que
pasa afecta nuestro pensamiento y nuestros sentimientos.
Sería
necio tratar de hacerlo, pues psicológicamente, estamos hechos en torno a la
creencia natural del tiempo que pasa.
Sería
mejor decir 'tiempo que aniquila".
De
suerte que parece que viviésemos la más frágil de las existencias, en un
ambiente triste y que muere de continuo; y nuestra vida nos parece ser tan sólo
lo que tenemos en este momento
o lo que esperamos tener mañana.
No
tenemos ninguna otra concepción de la
vida.
Parece
que fuera del cuerpo de este instante y de la escena que nos confronta, no
hubiese nada más.
Sin
embargo, los efectos del pasado sobre el presente se han estudiado a la luz de
la persistencia inconsciente de
las más tempranas impresiones.
Y
la posibilidad del efecto del futuro sobre el presente se ha inferido por medio
de las matemáticas, tomando el mundo en cuatro dimensiones, como, por ejemplo,
lo hizo el matemático austríaco H. Weyl.
Llegó
a la conclusión de que el futuro puede rebasar el pasado de suerte que, en
principio, 'es posible experimentar ahora acontecimientos que podrían ser, en
parte, un efecto de mis resoluciones y acciones del futuro'. (H. Weyl: Espacio, Tiempo, Materia).
La
interconexión del mundo como un todo, en las dimensiones superiores, sugiere
semejante posibilidad.
¿El
espacio superior qué significa?
El
espacio superior significa posibilidades, conexiones, interrelaciones de las
que no hemos ni siquiera soñado en el estrecho espacio y tiempo que nos son
familiares:
La
definición de Dios como 'principio y fin' nos introduce a este punto de vista;
y podemos acá recordar la definición que hace el Nuevo Testamento y que conecta
la idea de Dios con todas las
posibilidades.
'Para
Dios todas las cosas son posibles'.
Creo
que en estas dos definiciones se presenta la idea del espacio superior, o sea
de una nueva conexión de todas las cosas.
Puesto
que la vida se extiende en el tiempo
en sí, también hemos de considerar como una posibilidad el efecto del presente sobre el pasado.
Desde
este punto de vista hemos de considerar que los efectos de lo que ahora hacemos
se extiende en dos 'direcciones' precisas y que nuestro contacto sensual con el
'mundo' no puede captar.
Llamemos
a estas dos direcciones 'pasado' y 'futuro'.
Desde
este punto de vista, nuestra vida pasada, nuestra vida presente y nuestra vida
futura están siempre en relación funcional.
Operan
tres elementos, o tres influencias.
Ni
el pasado es cosa muerta, ni es el futuro, un vacío.
Las
consecuencias de los actos que yacen ante nosotros y las consecuencias de los
actos que yacen en el pasado se mezclan con las consecuencias que yacen en el
presente, y el punto determinante es el ahora!
Únicamente
que, como lo veremos luego, nosotros no conocemos, ni poseemos este ahora!, o sea que no tenemos un punto
determinante.
Por
cierto que es cosa rara pensar que el pasado pueda estar cambiando mediante la
acción del presente y del futuro.
Pero
tales pensamientos únicamente corresponden a la concepción tetradimensional
del hombre a través de la cual toda la
vida deviene viva.
El
hombre es una línea del mundo viviente.
Concibamos
a la humanidad como una red de estas líneas vivientes en el espacio superior.
Supongamos
que los sentidos corten a través de todas estas líneas en el momento llamado
'presente', que nos muestren una transversal, o sea un cuadro de cuerpos tridimensionales, una perceptible
masa de gentes en un momento del tiempo que pasa y que nosotros llamamos el
'presente'.
Entonces
debemos pensar acerca de estas líneas vivientes en el espacio tetradimensional
como si fueran 'organismos' vivos de los que cada una de sus partes influencia
toda parte.
Este
organismo tetra-dimensional no es el cuerpo perceptible, sino el cuerpo
invisible que contiene el visible.
Por
medio de los sentidos estamos relacionados únicamente al cuerpo visible, o sea
tal como lo percibimos a través del tacto y del oído.
Vista
en esta forma, y concibiéndola correctamente, la vida no es un mero fenómeno local en el tiempo que pasa, no
está confinada al punto que llamamos presente y aislado en el mundo visible de
tres dimensiones.
Como
experiencia directa así es, pero es más que esto.
Y
es más porque no estamos considerando el espacio tridimensional como el único continente de las cosas.
Es
el único continente en lo que se refiere a la experiencia empírica, o sea a la
experiencia que obtenemos del 'mundo' por medio de la revelación de los
sentidos.
Nosotros
estamos tratando de transformar el pensamiento más allá de los límites de los
sentidos, más allá de aquel aspecto del mundo total de los sentidos, estamos
tratando de transformarlo hacia el reino de la idea.
Maurice
Nicoll
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