NO ENTENDEMOS EL
TIEMPO COMO UNA DIMENSIÓN SUPERIOR DEL ESPACIO
Por: Maurice Nicoll
Por cierto que no
entendemos el tiempo como una dimensión superior del espacio.
Asociamos el tiempo
al movimiento, como el de las manos de un reloj, o la aparente salida y puesta
del sol; o bien pensamos en el como en un cambio de las apariencias, como el
cambio de las estaciones, o el crecimiento y la decadencia del cuerpo; o,
finalmente, como algo que divide la vida en pasado, presente y futuro.
Al orientarnos por
las pruebas que nos dan los sentidos, creemos que el presente existe pero que
lo pasado y lo porvenir no existen y no pueden existir.
¿Dónde podrían existir? ¿En qué
parte del espacio?
Una de las
particularidades de nuestros sentidos es que trabajan en este momento único del
tiempo que llamamos ahora y que
para nuestra experiencia ordinaria no tiene ninguna realidad, como es este momento
en que leéis estas líneas.
El tiempo en que yo
las escribí os parece haberse esfumado en la nada.
¿Qué es la nada?
En este único momento
presente, en el que estáis leyendo estas línea, se os hace presente el mundo
visible.
No podéis ver la existencia de hace un momento
o la del que vendrá en seguida y porque no veis, no creéis en su posibilidad.
En consecuencia,
quedáis confinados en el sentido de vuestra existencia de este único momento
del tiempo, y esto es lo que os limita vuestra noción de lo que existe.
Creéis que existís
ahora, y únicamente ahora; y si pensáis que las almas de los muertos siguen
vivas, creéis que existen en este ahora y solamente en este ahora, en este
momento del tiempo en que estáis existiendo, y creéis que ellos recorren, junto
con vosotros, el tiempo que pasa y que es nuestra común experiencia.
Ya que muy rara vez
se nos ocurre pensar que la naturaleza de nuestros sentidos es lo que produce
lo que llamamos el momento presente y hace del mundo lo que de el sabemos,
damos por supuesto que el único momento presente es nuestro momento presente.
Y nuestra razón
parte de esta base.
Imaginar que nuestro
momento presente es tan sólo un punto
en un presente infinitamente mayor, nos parece del todo absurdo.
El término existencia
para nosotros, implica 'estar fuera'.
A aquello que se
destaca fuera de los sentidos es a lo que llamamos lo existente.
Sin embargo, el
término implica que no todo está fuera, y sabemos muy bien que nuestros
sentidos nos muestran únicamente una parte de la totalidad de las cosas.
Con respecto al
tiempo nos muestran únicamente el mundo que está ante nosotros, en el momento
presente.
No podemos ver el tiempo en si.
No podemos ver dentro de esta cuarta dimensión.
Si comenzamos a
pensar de esta extraña manera, el mundo en otras partes del tiempo, yace más
allá del alcance de nuestros sentidos, ¿cuál es, pues, la naturaleza de la
realidad en que creemos mediante la evidencia de los sentidos?
La realidad principal
que vemos es lo transitorio.
Parece que vivimos en
un mundo que está pereciendo continuamente.
Parecería que nuestra
vida estaría confinada a un solo instante a la vez.
Vemos que todo pasa,
y decimos que pasa para siempre
sin tener la menor noción de lo que esta expresión significa.
¿Hacia dónde van las
cosas para siempre?
¿Hacia dónde van
nuestras vidas?
Por cierto que no
están contenidas en un espacio de tres dimensiones.
Presenciamos
acontecimientos, gentes, y cosas que desaparecen, que se extinguen totalmente,
que se pierden en una nada absoluto como resultado del tiempo que pasa.
Esto es LO APARENTE.
Es la realidad de las
apariencias que registran nuestros sentidos, y a esto va unida una particular
comprensión de la vida, pues toda esta aparente pérdida de todo, y el temor a
perder, la aparente inutilidad de tantas cosas que emprendemos y que no
podemos concluir, el confuso sentido de las oportunidades perdidas, el
sentimiento de una vida que apuramos y el pensamiento de la imposibilidad de
volver atrás y de modificar algo, todo esto se combina para crear en nosotros el
cuadro de la existencia y de una manera de comprenderla.
Este es el cuadro
'sensual', y a él se relacionan ciertos sentimientos de yo, cierto sentido de las cosas, cierta interpretación de todo
y cierto modo de tomarlo todo.
La idea a la que estamos dando nuestra
atención es que el tiempo es una dirección que verdaderamente existe, una
dimensión continente del mundo.
De ordinario pensamos
que el mundo es una bola en el espacio.
Lo es, pero en un
espacio de tres dimensiones y en el fragmento del tiempo que llamamos este
instante, este momento presente.
Pero no puede ser así
en un espacio de cuatro dimensiones.
…Si pensamos que el tiempo
es una dirección real, pero invisible, en la que todas las cosas tienen una extensión,
es menester que haya otro aspecto de cuanto vemos y que esté contenido en tal dirección.
Desde este punto de
vista el mundo no solamente existe en el conocido espacio del momento
presente, sino que también existe en la dimensión del tiempo mismo.
Hay UN MUNDO-TIEMPO, o un mundo en el
tiempo, o sea en un espacio de más dimensiones que las que registran nuestros
sentidos.
Nosotros tocamos este
espacio superior en un punto, y este punto es el momento presente.
Pero fuera de este
punto momentáneo y en el que el mundo visible se hace tan obvio a los sentidos,
PARECE QUE NO HUBIESE NADA MÁS; al menos, así le parece a nuestro
entendimiento natural; parece que damos con UN VACÍO, que no hay ningún otro
espacio o lugar o ninguna otra clase de habitación para la existencia.
Los acontecimientos
penetran en este diminuto punto del presente
¿De dónde vienen los
acontecimientos?
LOS ACONTECIMIENTOS
VIENEN DEL TIEMPO EN SI………
Si seguimos este tren
de pensamiento veremos que los acontecimientos vienen de la dirección del
tiempo en si, y que el tiempo mismo se mueve a través de nosotros, o nosotros
nos movemos a través de él, y así se produce la ilusión del tiempo-que-pasa.
De suerte que a fin
de poder pensar «a el tiempo en sí hemos de pensar en la
dirección en que yacen los acontecimientos de ayer y de mañana.
Hemos de pensar
acerca del mundo no solamente extendido en el espacio, sino que también extendido en la dimensión del Tiempo,
en otro espacio, en un espacio superior.
De esta suerte, todo
cuanto vemos en el mundo de ahora es también algo que es parte del mundo del
tiempo.
También todo es una
'línea del mundo', en un espacio superior.
Nada hay que tan sólo
sea un objeto tridimensional en el momento presente como parece serlo, según
nuestra comprensión sensual.
Nuestras vidas son
acontecimientos extendidos en este espacio superior.
Nuestra existencia
perceptible es un aspecto de nuestra existencia, una fracción de ella, y el
sentido usual que tenemos de nosotros mismos es tan sólo un caso particular de
sus posibles formas.
Es evidente que al
ajustar el espacio superior sobre el espacio inferior revertimos nuestra
manera de pensar.
Nos relaciona con
otra manera de pensar.
Desde este punto de
vista, el impulso de los fenómenos visibles no crea fenómenos nuevos.
Los fenómenos nuevos
son el resultado de la entrada de la cuarta dimensión al mundo de tres
dimensiones de nuestra experiencia, de la entrada del espacio superior al
inferior.
Podemos pensar desde
el punto de vista natural que nos proporciona los sentidos, o podemos pensar desde
un punto de vista completamente distinto y que se basa en la existencia de
dimensiones superiores.
Uno responderá a ciertas
interrogantes, y el otro responderá a otra.
Uno nos relacionará
con la vida de una manera esencial, y el otro de una manera distinta, de una manera adicional que nos proporciona
puntos de vista que no podríamos derivar de una experiencia empírica.
Si aceptamos las
dimensiones superiores, comprenderemos que la verdad no puede ser una y la
misma en todos los estados de conciencia.
Se sentirá algo de
aquella realidad relativa que mencionamos al describir el sistema de Erigena.
Maurice Nicoll
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