martes, 2 de junio de 2015

LA CREACIÓN DEL AHORA

LA CREACIÓN DEL AHORA
Por: Maurice Nicoll

Si al experimentarlo en su aspecto más significativo, el mundo es una serie de transformaciones mentales, sigue que será nuestra conciencia la que determine nuestra situación en el.

Si la vemos bajo esta luz, nuestra posición en el mundo dependerá de la calidad o ni­vel de conciencia.

En nuestra conciencia ordinaria hay cierto número de estados ya desarrollados.

Cualquier estado es un lugar en el espacio interior, y tiene sus propiedades especiales, y una situación en el espacio exterior.

Por ejemplo, el estado de sospecha es un lugar que tiene sus propiedades.

Al encontrarnos en este estado PODEMOS ESTUDIAR sus propiedades en el lugar que ocupa en el espacio interior, siempre y cuando estemos lo suficientemente desprendidos.

En lo exterior habrá una si­tuación correspondiente.

La transición al estado de dicha significará un movimiento a otro lugar en el espacio interior, y las propiedades de tal estado serán muy diferentes.

Todos los estados ordinarios del ser hu­mano pertenecen al nivel ordinario de conciencia, y esto nos proporciona un nivel del mundo, aquel hacia el cual estamos naturalmente relacionados.

Un nuevo estado de conciencia es una apertura a otro nivel del mundo.

A Grosso modo, hemos visto que estos niveles son discontinuos.

En otras palabras, el mundo psicológico no es un mundo uniforme.

No es del mismo orden ni se encuentra al mismo nivel del mundo físico, así como el mundo externo y visible no tiene la misma escala que el in­visible.

Así como aquel fragmento del todo, que nos parece ser el universo exterior que registran los sentidos, es el mismo para todos, así su porción inmanifestada y que se capta por la experiencia interna también es el mismo para todos.

A esto último es a lo que llamamos el espacio interior.

Por este motivo llegamos al mismo lugar a que otros llegan, y tenemos las mis­mas penetraciones, las mismas aberraciones y las mismas locuras.

Y, en verdad, y continuamente, siempre llegamos a los mismos lugares sin darnos plena cuenta de ello, tal como en el espacio exterior cubrimos el mismo terreno en nuestros movimientos diarios.

En términos psicoló­gicos siempre tenemos que estar en alguna parte del estado interior, tal como ocurre en el espacio exterior.

Lo que eleva nuestro nivel de conciencia y nos abre un aspecto diferente del mundo, es la creación del ahora.
                          
El hombre del tiempo conoce únicamente estados, y se apresura en ir de uno a otro.

El ahora! es una vertical en esto y pertenece a la escala de grados.

En el ahora! nos colocamos por encima del estado.

El espacio interior cambia, se am­plía.

Sentir el tiempo en sí, es abrir un corredor interno.

En lugar de los vengativos demonios que habitan en nosotros, a menos que nosotros nos habituemos a nosotros mismos, nos llega el sentido de la vida.

Termina el asesinato del pasado, porque las grandes negaciones que co­rresponden a la ilusión del tiempo que pasa, comienzan a abandonarnos, y toda la vida empieza a penetrar en el ahora!, 'Los justos viven en la eternidad', y no 'para siempre' como dice la traducción que yerra en su propósito.

Vivir en la eternidad es vivir en el eón, en la unidad, en la plenitud, en lo que es completo, en la integración de toda la vida.

Y esto es el ahora!

El enemigo de este ahora! es la ilusión del tiempo que pasa.

El ahora corresponde al segundo sistema, al segundo triángulo de Fludd.

Corresponde a la captación de las dimensiones del tiempo.

Cuando llegamos al ahora!, el mundo queda vuelto al revés.

Nos hallamos en el centro de las cosas.

La responsabilidad es nuestra.

Si en nuestras vidas hubiese este ahora!, dejaríamos la costumbre de culpar.

Maurice Nicoll


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